martes, 12 de octubre de 2010

ellas

 
Tardes de risas, tardes de fotos, de primeras veces, de simplemente quedarse en silencio o sin hacer nada, pero con tus amigas, tardes de locura, tardes de lágrimas y de interminables llamadas de teléfono. Tardes compartidas, tardes de nervios, tardes de 'mañana es mi cumpleaños',de marcharte sin pagar. Tardes en la azotea, en las que observas la ciudad desde arriba, mientras escuchas a las locas de tus amigas por detrás, tardes de cosquillas y mariposas en el estómago, tardes marcadas por toneladas de helado o por beber vodka y escaparnos sin que nadie se entere e incluso tardes de victorias. Tardes que en muchos casos vienen seguidos de noches que serán a aún mejores y tardes que te dejan con ganas de más. Todas esas tardes tienen algo en común, y aunque algunas son más próximas que otras o incluso más cortas o largas, todas y cada una de ellas tienen algo en común: Tienen algo que las hace mágicas. ¿El qué? Eso es fácil, ellas.

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